#100 Los 7 días que cambiaron el panorama regulatorio para cripto en EEUU
Los días que precedieron a la aprobación de los ETFs de ETH y cómo pueden alterar el rumbo de la legislación en EEUU.
Menuda manera de celebrar al número 100 de la newsletter. Con una noticia impactantes, merecedora de un titular épico (sí, con regusto a clickbait). En nuestra defensa, esta es una de esas ocasiones en las que el cripto merece descorchar champán. En las últimas semanas, hemos vivido giro de trama tras giro de trama desde del ángulo regulatorio. Y el resultado pinta excelente para la industria. Acompáñanos a través de los emocionantes siete días que culminaron con la aprobación del ETF de ETH al contado, y cómo podrían suponer un cambio irreversible en el tono de la regulación sobre cripto en los EE.UU., finalmente dando a los chicos buenos de este país un suelo estable en el que plantar semillas.
En los últimos meses, los reguladores estadounidenses habían aguado lo que prometía ser la fiesta de las criptomonedas de 2024. El año prometía traer el resurgir de las criptomonedas, gracias a hitos como el salto de Bitcoin al mundo real a través de los ETF, el halving y su poderoso mensaje sobre la credibilidad de BTC y el renovado interés de los inversores de capital de riesgo en el ecosistema. Sin embargo, el optimismo se veía aplacado por la constante amenaza de la administración Biden.
Sin embargo, la cosa cambió, significativa y rápidamente en cuestión de unos días..
Durante meses, hemos sido testigos de cómo los reguladores estadounidenses, encabezados por la SEC y respaldados por las más altas potencias, hasta la Casa Blanca en nombre de Joe Biden, ejercían una presión cada vez mayor sobre el sector.
La SEC estaba en plena persecución de la industria cripto. En cuestión de semanas, Uniswap, Consensys y Robinhood se unieron a una larga lista de sospechosos alr recibir sus respectivas Wells Notices (una Wells Notice es una carta oficial que advierte a las empresas de que la SEC planea tomar acciones legales coercitivas). En esa lista ya estaban muchos otros pesos pesados, investigados, amenazados o directamente demandados por la SEC, como Coinbase, Kraken o la Fundación Ethereum.
En términos generales, a todos se les acusaba vagamente de prestar servicios que permiten el comercio ilícito de valores (securities) de una forma u otra.
Cripto se defendía con argumentos sólidos. En el intercambio de golpes legales con la SEC, los Consensys reveló documentos que demostraban que la Comisión de Gensler estaba buscando la forma de declarar el Ether como una security. Robinhood se quejaba de la falta de interés de la SEC en reunirse o dar feedback claros. Consensys y Uniswap blandían argumentos bien respaldados que rebatían las razones de la SEC para afirmar que el ETH es un valor, pero también destacaban otros puntos débiles del caso, como la falta de autoridad clara sobre las criptomonedas o las inconsistencias entre agencias gubernamentales.
Pero los argumentos no parecían tener importancia. Las acciones de la SEC parecían impulsadas por una cruzada ideológica alimentada por prejuicios que llegaban desde las más altas esferas del partido Demócrata. Esto, y la actitud pasiva de la SEC en el proceso de aprobación del ETF de ETH, comparado con el vivo diálogo que precedió a la aprobación de los ETF de BTC, hacía que la industria creyera que los ETF de ETH encontrarían un destino funesto llegada la fecha límite.
En paralelo, se discutían dos medidas regulatorias diferentes en las cámaras legislativas estadounidenses.
El Congreso de los Estados Unidos sometión a votación la derogación del SAB-121. Los SAB. Los SABs (Staff Accounting Bulletins) son recomendaciones no vinculantes emitidas por la SEC sobre cómo las empresas reguladas deben llevar su contabilidad. A pesar de carecer de autoridad real, los SAB pueden tener un fuerte impacto en la forma en que las empresas operan, ya que encarnan la opinión del regulador, y señalan la dirección que podrían tomar futuras acciones legales más graves. El SAB-121 en particular requería que las instituciones financieras agregaran los activos digitales custodiados para sus clientes a sus propios balances. Esta recomendación impondría a las empresas pesadas obligaciones en gestión de riesgos, por custodiar unos activos sobre los que por otra parte no tienen control. Se trataba de una medida que nunca se ha considerado necesaria para otros activos financieros al margen de las criptomonedas.
Al mismo tiempo, la Ley de Innovación y Tecnología Financiera para el Siglo XXI (FIT-21) se acercaba a su fecha de votación. FIT-21 tenía como objetivo establecer un marco regulatorio para los mercados de activos digitales. Su texto establecía principios de protección al consumidor y alcaraba qué activos digitales serían supervisados por la Comisión de Comercio de Futuros de Productos Básicos (CFTC) y cuáles por la Comisión de Bolsa y Valores (SEC). El proyecto de ley perseguía el objetivo de proporcionar la tan esperada claridad regulatoria para la industria de las criptomonedas, proteger a los inversores y definir la distinción entre un token criptográfico que se considerara un valor o una commodity, dentro de los Estados Unidos.
En ambos casos, SAP-121 y FIT-21, la administración Biden expresó abiertamente su oposición a los resultados positivos para el sector de las criptomonedas. Gary Gensler se declaróen contra de las implicaciones de la FIT-21, y lo mismo hizo la Casa Blanca. Los portavoces de la Casa Blanca incluso llegaron a afirmar que el presidente vetaría la decisión del Congreso si se revertía el SAB-121.
Y entonces, en apenas siete días, se le dio la vuelta a la tortilla. .
El 16 de mayo, la SAB-121 fue derogada con un apoyo inesperadamente amplio entre demócratas.
Cuatro días después, el 20 de mayo, de la nada surgieron rumores de que la SEC estaba solicitando ajustes en las solicitudes de los ETFs de ETH, lo que lanzaba una clara señal de una actitud proactiva nunca vista. El sentimiento cambió drásticamente y el precio de ETH se disparó.
El 22 de mayo, se aprobó el FIT-21 con un apoyo sorprendentemente alto de los congresistas demócratas. Y 24 horas después, el 23 de mayo, la aprobación de los ETF al contado de ETH ponía la guinda al pastel de esta imprevisible racha triunfante para la regulación de sector cripto.
¿Pero qué ha pasado?
Una cosa parece clara: un cambio de dirección tan repentino sólo puede responder a razones políticas. El sector cripto lleva tiempo exigiendo claridad regulatoria, invirtiendo iniciativas educativas y de lobby. Pero durante todo este tiempo, los argumentos de la industria no hicieron la menor mella en el discurso esgrimido por los enemigos públicos de cripto, liderados por Elizabeth Warren y Gary Gensler. Lanzaban una y otra vez las mismas invectivas, acusando a las criptomonedas de permitir el crimen y alimentar regímenes autoritarios enemigos y acusando vagamente a las criptomonedas de ser securities disfrazadas, por muchas pruebas en contra que aportara la industria.
La oposición radical de los altos cargos demócratas, poco a poco, iba convirtiendo lentamente a critpo en un argumento político para el Partido Republicano. Lo que explicaría el cambio de opinión de tantos representantes demócratas no sorprendente. Quizá muchos demócratas empezaron a darse cuenta de que estaban librando una batalla política perdida. La derogación del SAB-121 abría otra herida en la cuestionada reputación de Gary Gensler y podía terminar convirtiéndose en un precedente que decantara la balanza en los numerosos procesos abiertos por la SEC hacia el lado de la derrota.
También hay que reconocer el mérito de la industria en el impulso del mensaje de cripto. Una de las razones por las que los reguladores deberían ser más abiertos y creativos en su enfoque hacia el sector es que hay motivos de peso para ello. Cripto es un sector nuevo, emocionantes e innovador, y la postura de confrontación adoptada por el gobierno estaba impidiendo que los ciudadanos estadounidenses hicieran de su país una vez más un líder mundial en un sector pujante. Cripto le debe un agradecimiento a los líderes de la industria, como Coinbase, Uniswap o Consensys, por mantenerse firmes y desplegar los recursos necesarios para plantar batalla.
Pero quizá lo más determinante fue la entrada de Trump en escena.
El hombre que maneja la atención del país hizo explícito su apoyo implícito a las criptomonedas (expresado, por ejemplo, a través de su delirante colección de NFTs). Trump repaldó sus ideas con el dinero de sus seguidores, anunciando que su campaña aceptaría donaciones de bitcoin y expresando con su proverbial elocuencia que en el tema de cripto "los demócratas están muy en contra (...), pero a mí me parece bien".
Su posición lo convirtió inmediatamente en el candidato favorito para una minoría muy poderosa de votantes estadounidenses monotemáticos que esperaban una señal para decidir la dirección de su voto.
Para ser justos, Trump se había ganado ese apoyo casi con tanta fuerza como Biden lo había perdido.
Sea como sea, el repentino cambio de opinión de los demócratas de esta semana sienta un precedente muy fuerte, irreversible en algunos casos. Y devuelve a Estados Unidos al camino para convertirse en una superpotencia en cripto.
Estos siete días ayudarán a Estados Unidos a corregir las numerosas aberraciones que la feroz oposición de los demócratas había producido. Mientras los proyectos en todo el mundo disfrutaban de la libertad creativa de la desregulación, los empresarios estadounidenses estaban atados de pies y manos. Mientras los inversores de todo el mundo experimentaban con los beneficios de la nueva economía descentralizada, los ciudadanos estadounidenses quedaban excluidos de oportunidades por el ansia de sobreprotección de sus reguladores.
Los malos de la peli de cripto nunca se vieron afectados y siguieron campando a sus anchas, mientras que los buenos dentro de EEUU perdían gradualmente su capacidad de competir.
Esperamos que este nuevo panorama brinde a los buenos una base sólida sobre la cual construir.